Este ciclo está dedicado a aquellos géneros cinematográficos que por lo general no se ven reflejados en los ciclos de cine-debate o cine arte, como por ejemplo, el cine clásico, el cine bizarro, la ciencia ficción, el cine negro, el erótico, el de terror, el spaghetti western, el blaxploitation, el anime, el cine clase 'b' en general y otros géneros. Dentro de estos subgéneros cinematográficos pueden encontrarse verdaderas joyas cinematográficas, como así también las peores películas de la historia; pero si hay algo que todas tienen en común es su garantía de diversión. Esperamos que lo disfruten.

Los Cínecos



PROGRAMACIÓN AÑO 2014

El Muelle de las Brumas

Jueves 2 de junio

Título Original: "Le Quai des Brumes" (1938)

Dirección: Marcel Carné
Intérpretes: Jean Gabin, Michèle Morgan, Michel Simon, Michèle Morgan, Pierre Brasseur, Édouard Delmont, Raymond Aimos, Robert Le Vigan
Guión: Jacques Prévert (Novela: Pierre Dumarchais) Fotografía: Eugen Schüfftan
Música: Maurice Jaubert Producción: Ciné-Alliance
País: Francia
Duración: 91 min.

Este gran film clásico del cine francés fue el que llevó a la fama internacional al gran primer actor Jean Gabin (durante años, uno de los más renombrados actores de la escena teatral gala), y puso en el tapete a quien luego fuera una de sus más icónicas actrices, Michèle Morgan.

Título clave del llamado "realismo poético", fue uno de los films franceses que más influencia tuvo en su época. Basado en una novela de Pierre Dumarchais, cuyo argumento proponía tragedia y romance ambientada en los bajos fondos portuarios y a la cual el gran escritor Jacques Prévert supo insuflar de un gran aliento poético. Moviéndose entre una exposición naturalista y unas ensoñaciones metafísicas, posee un evidente encanto que permanece inalterable en el tiempo.

El cine de Marcel Carné se caracteriza por su condición estilizada, sus fascinantes decorados de estudios, y por sus brillantes y tan poco coloquiales diálogos, de una exquisitez literaria (debidos a Jacques Prevert, con quien colaboró Carné hasta finales de los 40 en ocho películas).

Otro acierto de El Muelle de las Brumas es la hipnótica ambientación, que otorga a la película de una atmósfera mágica que contribuye dramáticamente a las acción, pero que eleva la narración a la categoría de poesía en varios momentos.

Sin duda, una de las cumbres del cine francés en toda su historia.


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El Rey Lear

Jueves 9 de junio

Título Original: "Korol Lir" (1971)

Dirección: Grigori Kozintsev
Intérpretes: Regimantas Adomaitis, Donatas Banionis, Juozas Budraitis, Oleg Dal, Roman Gromadsky, Jüri Järvet, Aleksei Petrenko, Elza Radzina, Karl Sebris, Valentina Shendrikova, Aleksandr Vokach, Galina Volchek, Vladimir Yemelyanov
Guión: Grigori Kozintsev, Boris Pasternak (Obra: William Shakespeare)

Fotografía: Jonas Gritsius (B y N)
Música: Dmitri Shostakovich
Producción: Lenfilm Studio
País: Unión Soviética
Duración: 139 min.

Siete años después de filmar la que está considerada como la mejor adaptación de Hamlet al cine, el realizador Grigori Kozintsev (“Don Quijote”, “La nueva Babilonia”) volvió a tomar una obra de William Shakespeare como fuente del que sería su último largometraje, "El Rey Lear". Bajo la influencia de Orson Welles, Kozintsev quiso que también esta tragedia fuese rodada en un blanco y negro que acentúa los conflictos internos y externos de los personajes. Al igual que en Hamlet, Kozintsev recurrió a la espléndida traducción de Boris Pasternak (autor de Dr. Zhivago). Además, volvió a confiar la banda sonora a su viejo amigo Dimitri Shostakovich, quien compuso una de sus magistrales y más inspiradas partituras. (FILMAFFINITY)

"El anciano rey Lear (Yuri Yarvet) se siente cansado y decide repartir su reino entre sus tres hijas. Goneril (Elze Radzinya) y Regan (Galina Volchek) lo adulan con palabras para conseguir una mayor tajada, mientras que la hija menor Cordelia (Valentina Shendrikova) se limita a decir lo que siente, sin adornos, provocando la ira del rey.

Tras realizar Hamlet (Gamlet, 1969), probablemente la mejor adaptación cinematográfica de Shakespeare, Grigori Kozintsev volvió a retomar al dramaturgo de Stratford-on-Avon para configurar una nueva obra maestra.

El cineasta soviético escribió el guión a partir de la traducción al ruso que realizó Boris Pasternak en 1949. La puesta en escena austera, casi desnuda; se vale del polvo, la niebla, el viento, los nubarrones y la lluvia para crear una tragedia telúrica y sombría.

Este relato acerca de la ingratitud filial se sustenta en la avaricia, el egoísmo, la crueldad y la lujuria de unos personajes abocados hacia el caos. La locura y la muerte se manifiestan como las únicas salidas posibles frente a ese torrente de emociones insanas y febriles que provocan no sólo la destrucción de una familia, sino también la de todo un reino.

El estonio Yuri Yarvet lleva a cabo una brillante y dolida interpretación de ese arrugado y desencantado rey que acaba perdiendo el juicio ante los acontecimientos que se suceden tras su equivocada decisión. Será el precio que tenga que pagar por su prepotencia y excesos anteriores, en un sufrimiento que se verá culminado por la muerte de la única que tiene el corazón limpio en esta historia, la dulce Cordelia (en la secuencia del reparto es la única que lleva un vestido claro, como metáfora de la pureza de su alma).

No menos excelente resulta el trabajo de Oleg Dal como el Bufón del monarca, un loco lúcido que parece ser el primero en darse cuenta del error cometido por su amo. Su presencia en pantalla resulta impagable.

De forma paralela a la caída de la familia de Lear, asistimos a las conspiraciones contra el Conde de Gloster o Gloucester fraguadas por Edmund (Regimantas Adomaitis), hijo bastardo y desagradecido, que enemistará a éste con su primogénito Edgar para conseguir el poder.

Contribuyen a la redondez final del filme la gran fotografía en blanco y negro de Jonas Gritsius y la formidable partitura de Dmitri Shostakovich.

En conclusión, nos encontramos ante la mejor adaptación al cine de esta inmortal obra, incluso por encima de la famosa Ran (ídem, 1985) de Akira Kurosawa."

Texto extraído del blog "Esculpiendo el Tiempo" http://johannes-esculpiendoeltiempo.blogspot.com/2010/08/el-rey-lear-korol-lir-1971-de-grigori.html


Ver escena:

Rififí

Jueves 16 de junio

Título Original: "Du Rififi Chez les Hommes" (1955)

Dirección: Jules Dassin
Intérpretes: Jean Servais, Carl Möhner, Robert Manuel, Jules Dassin, Magali Noël, Pierre Grasset, Robert Hossein, Janine Darcey, Marie Sabouret, Claude Sylvain.
Guión: Jules Dassin, René Wheeler, Auguste Le Breton.
Fotografía: Philippe Agostini (B y N)
Música: Georges Auric
Producción: Pathé Cinéma
País: Francia
Duración: 117 min.

En los cincuentas, en plena guerra fría, la paranoia estadounidense frente a la Unión Soviética y el régimen comunista hizo que se mirara con sospecha a cualquiera que en el gesto más mínimo pareciera comulgar con tales ideas, surgiendo así la caza de brujas conocida como “Macartismo”, campaña de delaciones y denuncias sin sustento impulsada por el senador Joseph McCarthy con la que se buscaba “acabar” con cualquier asomo socialista y con posibles colaboradores o espías rusos.

Con el Macartismo, el cine norteamericano vivió una de sus épocas más oscuras. Muchos artistas de la industria abandonaron Hollywood voluntariamente o bajo amenaza y buscaron refugio en Europa tratando de respirar un aire de libertad de pensamiento y creación.

Entre los muchos que emigraron, se hallaba el director Jules Dassin, quien al ser incluido en la lista negra de McCarthy, tuvo que abandonar suelo norteamericano. En ese contexto de exilio, realiza en Francia en 1955 “Du Rififi Chez Les Hommes”, más conocida como “Rififi”, una obra maestra del cine negro por donde se mire.

Tony Le Stephanois (Jean Servais) acaba de salir de la cárcel y la ansiada libertad no es lo maravilloso que alguien pueda imaginarse: no tiene trabajo, ni dinero y su amada Mado (Marie Sabouret) está en brazos del mafioso Pierre Groterre (Marcel Lupovici) que le provee lo que él algún día le dio, pero que ahora está fuera de sus posibilidades. Jo (Carl Möhner) un amigo al que no delató cuando cayó en manos de la policía, es quien lo acoge y el que además le propone realizar el “atraco perfecto” junto a un par de compinches más, Mario Ferrati (Robert Manuel) y César (el mismo Jules Dassin). El blanco es una joyería y la experiencia les dice que no será difícil, que esta vez todo resultará sin complicaciones, que por fin con el botín lograrán retirarse de la vida criminal. La experiencia lo dice, sin embargo ¿es tan fácil salir del infierno?

En el cine negro o noir predominan -como bien señala su nombre- los ambientes lúgubres (herencia del expresionismo), los móviles sórdidos que impulsan a los personajes y el destino cruel del que contadas veces se podrá escapar, lo que se conoce como “pesadilla fatalista”. El azar guiado por la fatalidad, no puede existir un escenario más terrible. En ese terreno, cual arena movediza, los personajes vagan primero con calma y con desesperación después al notar que el hundimiento es inexorable, que de nada sirve lo que se haga pues la muerte está allí esperando. Todo es inútil.

El único que parece presentir esto es Tony Le Stephanois quien refleja en su rostro adusto y en cada movimiento una mezcla de extrañeza y tristeza. Sentimientos que de seguro también debía sentir el director en su condición de exiliado. Tony es Dassin y su rabia contenida solamente puede ser liberada cuando tiene por fin el encuentro con Mado y puede castigarla por el dolor que le causa. Cuando por fin los demonios de Dassin se calman un poco.

Un halo de pesadumbre cubre “Rififi”, y tenemos la sensación de ver a Tony y a sus compañeros como a través de un vidrio roto, como si asistiéramos a sus últimos días. Incluso la vivacidad del número de music-hall en el que canta la exuberante Viviane (Magali Noel), y que pareciera un respiro refrescante en la cinta, es por contradicción el punto de partida de la tragedia, y que además curiosamente tendrá como responsable al personaje que interpreta Jules Dassin. No cesaba el exorcismo.

La secuencia del robo es magistral. Vemos a Le Stephanois y sus colegas cumplir con cada paso de lo planeado tan cuidadosamente, sin perder ningún detalle. El director hábilmente omitió los diálogos y música durante los casi 20 minutos que dura esta secuencia, logrando que nos concentremos en sus gestos, en su angustia, aumentando así el suspenso.

El epílogo está filmado de forma vertiginosa, mostrándonos el deterioro del protagonista en la alocada carrera, desarrollando la catarsis de la que también somos parte y en la que sólo la inocencia puede estar a salvo.

Leny Fernández
(Extraído del blog "La Cinefilia No Es Patriota" http://lacinefilianoespatriota.blogspot.com/2008/01/la-catarsis-de-jules-dassin-rifif-1955.html)


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El Hombre Que Sería Rey

Jueves 23 de junio

Título original: "The Man Who Would Be King"

Dirección: John Huston
Intérpretes: Sean Connery, Michael Caine y Christopher Plummer, Saeed Jaffrey, Doghmi Larbi, Shakira Caine.
Guión: John Huston y Gladys Hill (Basado en una historia de Rudyard Kipling)
Fotografía: Oswald Morris
Música: Maurice Jarre
Producción: Columbia Pictures
País: Reino Unido / EE.UU.
Duración: 129 min.

"Película inolvidable, cumbre del espíritu aventurero del director, y una nueva incursión en el terreno de los personajes perdedores y desengañados que se alimentan de ilusiones y de dignidad (...) Todo ello envuelto en unas imágenes bellísimas y un ritmo narrativo apabullante." (Miguel Ángel Palomo: Diario El País)

Estamos sin duda ante uno de los films de aventuras más bellos, mejor dirigidos y entretenidos de todos los tiempos.


The Man Who Would Be King (El Hombre que Pudo Reinar, 1975) es la última gran película de aventuras clásica que se ha hecho. Un director a la vieja usanza (el gran John Huston), unos actores inmensos con unas interpretaciones inconmensurables (el trío Connery-Caine-Plummer), una puesta en escena grandiosa, un score apabullante y exótico (Maurice Jarre) y un guión a la altura de tamaño desafío.

Tras un brillante y magnífico prólogo, digno de mencionar como objeto de estudio para muchos de esos que dicen llamarse directores, Huston pasa a contarnos la historia de Danny Dravot (Connery) y Peachy (Caine) son dos ex suboficiales británicos que se ganan la vida por la India mediante la picaresca y el timo, rozando la ilegalidad (más bien cruzándola). En una de sus peripecias conocen a Kipling, a quien Peachy roba su reloj en una estación del tren, y al que acabará devolviéndoselo al descubrir que se trata de un masón (como Danny y Peachy).

Con la ambición de hacer fortuna, deciden internarse en las montañas, rumbo a Kafiristán, tras pactar mediante escrito ("... firmado por ti y por mí a día de hoy" - Peachy), y en presencia de Kipling, que no tomarán mujer alguna ni probarán alcohol alguno hasta no conseguir ser reyes de Kafiristán.

Pero el destino de ambos personajes está escrito, en un gran, brillante y magistral desenlace, el colofón a una bella y magnífica aventura por la que el paso el tiempo no ha hecho mella alguna., y cuya revisitación provoca humor, alegría y divertimento, además de una gran perplejidad y asombro por la gran puesta en escena y su brillante realización (sin ningún efecto especial o escenas de gran violencia como reclamo o gancho). Y todo ello sin olvidarnos del simple espectáculo que provoca ver al dúo Connery-Caine en acción, impagable.

La película se rodó en 1975, y como dijo el propio Huston, gracias a la tenacidad y compromiso de sus actores, Sean Connery y Michael Caine. Pero la historia de The Man Who Would Be King tiene tiempo, mucho tiempo.

John Huston había acariciado éste proyecto desde dos décadas atrás a 1975, y tanteado inicialmente a Humphrey Bogart y Clark Gable para interpretar a este par de buscavidas británicos como primera opción. Finalmente, fue imposible llevarlo a cabo por fallecimiento de ambos actores.

Pasó el tiempo y desfilaron otras alternativas, como el dúo Burt Lancaster y Kirk Douglas o Paul Newman y Robert Redford, con recomendación final de Newman sobre un par de actores británicos para el papel. Huston la encontraría en Sean Connery y Michael Caine.

El compromiso de ambos actores fue fundamental para realizar la película, ya que Connery y Caine estaban inmersos en otros rodajes por aquella época (Murder in the Orient Express y The Wind and The Lion el primero, y Peeper, The Black Windmill y The Marseille Contract entre otras tantas, el segundo). Y fue su tenacidad, en palabras del propio Houston, la que permitió que el proyecto germinase al fin.

Sean Connery y Michael Caine nacieron para hacer estos papeles. La química entre ambos es maravillosa, parece como si se conociesen de toda la vida, y es increíble que jamás hayan vuelto a coincidir en pantalla en ninguna película.

Algunas noches, Connery y Caine ensayaban los diálogos del día siguiente, y gran parte del equipo técnico y del reparto se reunía (atónito y maravillado) alrededor para observar la puesta en escena de estos dos genios. Era todo un espectáculo, arte puro y duro, improvisando incluso algunas escenas que no estaban ni en el guión.

La historia se basa en un pequeño relato de Rudyard Kipling, aunque, como le dijo Houston a Michael Caine el día que le ofreció el papel, tuvieron que alargarlo con partes de otros relatos de Kipling para poder hacer la película.

Michael Caine siempre recuerda en sus memorias el día que recibió la llamada de John Huston para ofrecerle The Man Who Would Be King. Incrédulo y anonadado por la llamada de tamaña celebridad, el sí fue rotundo e inmediato, aunque eso sí, le hizo una petición a Houston; interpretar al personaje que hubiese hecho Humphrey Bogart.

Desde ese día hasta la muerte de John Huston, Michael Caine se convertiría en un gran amigo del director, repitiendo con él en Escape to Victory (1981, Evasión o Victoria), donde el score de Bill Conti es un auténtico lujo.

En pleno rodaje, además, por si no fueran pocas las coincidencias, la mujer de Michael Caine, la bella india Shakira, interpreta a Roxanne, una bella mujer de la que el personaje de Connery se enamora perdidamente.

Y qué decir del gran Christopher Plummer, cuyo papel (el de un joven Kipling), aunque pequeño y breve, es otro gran destello de calidad dentro de la película, con una interpretación sutil y precisa, dejando impronta de la calidad que atesora este gran actor.

Y entre el reparto, destacar al hindú Saeed Jaffrey (A Passage to India, Gandhi) en el papel del leal servidor Billy Fish, un gurka que les servirá como traductor durante sus aventuras. Y como anécdota, la película posee al actor más viejo jamás filmado, un anciano de 103 años que se dormía en los rodajes y que interpretaba al Sumo Sacerdote.

Todo funciona en ésta película, sin resquicio alguno. La historia, la dirección, el guión (a medias entre el gran John Huston y su habitual Gladys Hill, con muchos detalles y frases realmente ingeniosas), las actuaciones, la puesta en escena y dirección artística (esos bellos paisajes de Marruecos), los maquillajes, el vestuario, la banda sonora, la fotografía,... todo.

The Man Who Would Be King no sólo es la última gran película de aventuras clásicas que se ha hecho, sino tal vez también la mejor película de aventuras clásicas que se ha realizado en la historia del cine. Una obra maestra absoluta.

Gran parte de la información fue extraída sin spoilers de BSOSpirit http://www.bsospirit.com/comentarios/manwhowouldbeking.php)

Obtuvo 4 nominaciones al Oscar: Mejor guión adaptado, Montaje, Vestuario, y Dirección artística.


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