Este ciclo está dedicado a aquellos géneros cinematográficos que por lo general no se ven reflejados en los ciclos de cine-debate o cine arte, como por ejemplo, el cine clásico, el cine bizarro, la ciencia ficción, el cine negro, el erótico, el de terror, el spaghetti western, el blaxploitation, el anime, el cine clase 'b' en general y otros géneros. Dentro de estos subgéneros cinematográficos pueden encontrarse verdaderas joyas cinematográficas, como así también las peores películas de la historia; pero si hay algo que todas tienen en común es su garantía de diversión. Esperamos que lo disfruten.
Dirección: Herbert Wise
Intérpretes: Pauline Moran, John Cater, David Ryall, David Daker, Adrian Rawlins, Bernard Hepton y Clare Holman.
Guión: Nigel Kneale, basado en el libro homónimo de Susan Hill.
Fotografía: Michael Davis
Música: Rachel Portman
Producción: Chis Burt
País: Reino Unido
Duración: 100 min.
Un joven abogado es enviado a Crythin Gifford, un pueblo alejado, para poner en venta los bienes de la Sra. Drablow, una viuda a la que nadie quería. En el pueblo se da cuenta de que nadie quiere hablar de ella; ni siquiera acercarse a su casa.
Durante su estadía en su casa se da cuenta de que hay en ella una presencia que tiene maldito a todo el pueblo, y dicen que quien la ve hereda una terrible maldición.
Ignorando las advertencias de los lugareños, el joven abogado se mete en la casa, donde descubre su horrible historia y se ve atrapado en su aún más horrible legado.
Adaptación de Nigel Kneale de la novela de Susan Hill, "La Mujer De Negro" tiene una excelente caracterización y una atmósfera amenazante de intenso terror.
Dirigida por Herbert Wise; con Pauline Moran, John Cater, David Ryall, David Daker, Adrian Rawlins, Bernard Hepton y Clare Holman.
Un joven abogado es enviado a Crythin Gifford, un pueblo alejado, para poner en venta los bienes de la Sra. Drablow, una viuda a la que nadie quería. En el pueblo se da cuenta de que nadie quiere hablar de ella ni acercarse a su casa. Durante su estadía en su casa se da cuenta de que hay en ella una presencia que tiene maldito a todo el pueblo, y dicen que quien la ve hereda una terrible maldición. Ignorando las advertencias de los lugareños, el joven abogado se mete en la casa, donde descubre su horrible historia y se ve atrapado en su aún más horrible legado.
Adaptación de Nigel Kneale de la novela de Susan Hill, La Mujer De Negro tiene una excelente caracterización y una atmósfera amenazante de intenso terror.
Dirigida por Peter Medak; con George C. Scott, Trish van Devere, Melvyn Douglas y otros.
"Al Final de la Escalera" es una historia de fantasmas de la vieja escuela. Protagonizada por George C. Scott como John Russell, un compositor que acaba de perder a su mujer y su pequeña hija en un trágico accidente, y para tratar de salir adelante, decide trabajar como profesor de música y mudarse a otra ciudad, donde alquila una antigua mansión. Al poco tiempo comienza a percibir que no está solo en la casa y poco a poco descubre que muchos años atrás ha ocurrido un espantoso asesinato allí.
El film va introduciendo gradualmente al espectador en una historia que no necesita de excesivos efectos especiales ni gore ni adolescentes aterrorizados ni monstruos ridículos para dar miedo. El terror profundo y visceral no radica en los planos de sangre a raudales, sino en las sombras y el silencio, en las notas de una canción de cuna, en los susurros, en el tempo sostenido de un suspense y una inquietud que no conceden tregua y, sobre todo, en un espectro que clama venganza desde el cuarto secreto del ático de una casa victoriana, bellísima e inquietante.
Una buena dirección, un excelente guión, unas interpretaciones memorables, una banda sonora fantasmagórica, una excelente puesta en escena y ambientación, una magistral fotografía y un trabajo de cámaras que la convierten en una de las mejores producciones del género.
Domingo 9 de noviembre en el Teatro Independencia Homenaje a Bela Lugosi
Título original: "The Black Cat" (1934)
Dirigido por ; con Bela Lugosi, Boris Karloff
Primer encuentro de dos íconos cara a cara, después de haberse encumbrado en el más mítico cine de terror con sendas criaturas del más arraigado imaginario fantástico. Bela Lugosi después de Drácula (1931), y Boris Karloff tras su Frankenstein (1931), juntos en el celuloide por primera vez, y ser conscientes ellos mismos de la mitología de tal encuentro, "El gato Negro".
Un matrimonio en plena celebración de Luna de Miel (David Manners y Julie Bishop) se dirigen en tren por Centro Europa hacia Hungría, cuando por un error en la venta de billetes, se ven obligados a acoger en su cabina al enigmático Dr. Witus Werdegast (con la mirada penetrante de Bela Lugosi), que va a visitar a un viejo compañero de la guerra, Hjalmar Poelzig (un Boris Karloff más endemoniado que nunca). Cuando llegan a su destino y comparten un coche de caballos debido a una copiosa lluvia, un accidente les deja estancados en medio del camino. Por suerte, la mansión donde vive Poelzig está cerca y podrán refugiarse allí de la tormenta. Pero cuando lleguen, descubrirán que las intenciones de Werdegast distan mucho de ser una simple visita de viejos amigos.
Basada muy someramente en un relato de Edgar Allan Poe (en lo que sería la trinidad del terror de todos los tiempos, junto a Karloff y Lugosi), el guión de Peter Rauric consigue que hasta casi el final de la cinta no tengas del todo claro cuál de los dos es el más diabólico, el verdadero villano de la cinta. Con dos protagonistas así, la elección no esta nada clara, y varios giros en el guión hacen jugar con la decisión del espectador hasta que la marcha imparable del mal pone a cada uno en su sitio. Es esta una de sus bazas más conseguidas, ya que realmente no se decide quién es héroe o villano (si es que hay tal distinción) hasta prácticamente la resolución de la trama.
Es posiblemente el ejemplo más claro de que el cine de terror de la Universal de estos años es el directo heredero del expresionismo alemán de la década anterior, y lo es por varios factores a comentar. Con una escenografía digna de la Bauhaus, de ambientes fríos y geométricos, la mansión de Poelzig, el personaje interpretado por Karloff, es todo un museo de los horrores alejado de la truculencia, pero inmerso en el desasosiego más infectado por el mal y lo demoníaco. Una arquitectura de líneas rectas, trucos de relieve falso o al menos creadores de un vértigo confuso que crea una atmósfera que casi nadie consideraría un hogar, si no es del mal en sí mismo. El uso de la iluminación, potenciando situaciones y rostros endemoniados, es casi un actor más que cumple con su papel de regar toda la tierra base del film en pesimismo y maldad palpable. Pero a la vez, juega con las emociones creadas al alternar ese expresionismo visual con una suavidad más propia incluso del melodrama, un poco edulcorada incluso, como el principio que no hace presagiar la presencia diabólica emergente, o ciertas escenas de día, como la determinante partida de ajedrez. En otras, los matices crean una estampa de caracteres pictóricos, como el atardecer que indica al personaje de Karloff la llegada de su momento crucial.
Las sombras juegan un papel determinante, y las diversas estancias van desde la frialdad hotelera de los dormitorios de invitados (con recurrente juego de puertas para confusión de encuentros, una señal más de la teatralidad de la propuesta), a la turbación onírica de los sótanos, con las mujeres suspendidas en sarcófagos transparentes como celestiales ángeles de la muerte, o al sala principal donde se llevan a cabo los ritos satánicos del morador de la casa de los horrores. Combina todo esto con un romanticismo latente, bizarramente entendido, pero cuyo resultado se desvela fascinador y subyugante para el espectador.
No es vano, Edgar G. Ulmer, su director, venía de Alemania, de haber trabajado en el Burg Theatre con Max Reinhardt, personalidad excepcional en la renovación del teatro moderno, de cuya escuela salieron gente como Max Shreck o F. W. Murnau. Precisamente con este último trabajó en la escenografía de El Último (Der letzte mann, 1924) y Fausto (Faust, 1926), en Alemania, y Amanecer (Sunrise, 1927) y Tabú (1929) cuando se trasladaron a EE.UU.
Su estilo se hace patente durante toda la cinta, con su estilo narrativo escueto, con pocos personajes y escenarios, una concepción lumínica personal y al servicio del dramatismo de la historia, a lo que hay que añadirle un presupuesto bastante exiguo, lo que le obligaba a potenciar sus virtudes con los más variados recursos e ingenio. Esta economía es más patente en el ritmo narrativo de la película, posiblemente su mayor handicap, al parecer a veces excesivamente teatral no por aspecto sino por concepción, con las escenas muy delimitadas y unos saltos más propios del cambio de escenario que de las innumerables posibilidades del cine en esa época. Aunque esto no provoca que la historia tenga fisuras, ya que ya sea por su sencillez o su ejecución, el hilo narrativo discurre sin problemas y con los recovecos antes comentados entre los dos maestros del mal.
El duelo narrativo está servido por las que por aquel entonces eran las dos estrellas más rutilantes del fantástico de la Universal, mil veces mitificadas por su supuesta rivalidad (inexistente en realidad). La escena clave del film es aquella en la que los dos protagonistas juegan una partida de ajedrez que decidirá el destino de los personajes implicados, mientras estos se pasean alrededor ignorantes de su condición de peones en manos de los dos más grandes marionetistas de lo espeluznantes. Paradójicamente rodada exenta del resto del dramatismo vigente durante casi todo el metraje en la mansión, es sin embargo decisiva, aunque nosotros como espectadores adivinemos cuál va a ser el fatal desenlace.
Juego de demonios, no sería la única colaboración de los dos reyes de los terrorífico, pero sí es un buen comienzo para un matrimonio extrañamente avenido, en la siempre entrañable y horrorosa familia del terror de la Universal.
Dirigida por Herbert Wise; con Pauline Moran, John Cater, David Ryall, David Daker, Adrian Rawlins, Bernard Hepton y Clare Holman.
Un joven abogado es enviado a Crythin Gifford, un pueblo alejado, para poner en venta los bienes de la Sra. Drablow, una viuda a la que nadie quería. En el pueblo se da cuenta de que nadie quiere hablar de ella ni acercarse a su casa. Durante su estadía en su casa se da cuenta de que hay en ella una presencia que tiene maldito a todo el pueblo, y dicen que quien la ve hereda una terrible maldición. Ignorando las advertencias de los lugareños, el joven abogado se mete en la casa, donde descubre su horrible historia y se ve atrapado en su aún más horrible legado.
Adaptación de Nigel Kneale de la novela de Susan Hill, La Mujer De Negro tiene una excelente caracterización y una atmósfera amenazante de intenso terror.
Dirigida por Robert Wise; con Bela Lugosi y Boris Karloff
Excelente producción de terror de bajo presupuesto, basada en un relato de Robert Louis Stevenson. Ambientado en Edimburgo en 1831, donde un joven estudiante de medicina, Donald Fettes, llega a la mansión del doctor MacFarlane, un prestigioso cirujano y profesor, para servirle como ayudante en sus experimentos. En esta historia Boris Karloff interpreta a un ladrón de cadáveres -el siniestro John Gray, “el cochero”- que le vende clandestinamente los cuerpos muertos para experimentos científicos, y lo termina chantajeando. Todo un clásico del género con el aliciente de ver a Lugosi y Karloff juntos -este último, en el mejor papel de su vida, demostrando que para dar miedo no se necesitan grandes efectos especiales.